Todos tenemos ese
algo especial que nos caracteriza. El que te hace reír, por su alegría. El que
gana todos los partidos, por su esfuerzo y dedicación en el deporte. El que te
hace llorar cuando toca un instrumento, por la delicadeza y belleza que transmite.
El escritor que te emociona con sus palabras, repletas de sinceridad y tiempo
dedicado a ellas. Éste último siempre busca expresarse de la mejor manera y
poder desahogarse. Cada uno puede escribir de diferente forma, ya sean textos
cortos, largos, con preguntas o una pequeña frase, pero el objetivo siempre es
el mismo: que leas sus pensamientos, que te sientas identificado y que sus
palabras te devuelvan algún viejo recuerdo, que hace tiempo guardaste en un
escondido rincón de tu memoria, y que consiga dibujarte una sonrisa inesperada.
Existen miles de dones descubiertos y a punto de descubrir. Encuentra el tuyo.
Los soñadores necesitan a los realistas para evitar que vuelen demasiado cerca del sol. Los realistas, sin los soñadores, no despegarían jamás.
lunes, 25 de noviembre de 2013
domingo, 24 de noviembre de 2013
Soñar o vivir tu realidad.
Días
en los que no te quieres levantar o noches en las que no te quieres acostar.
Personas a las que no quieres ver o personas a las que no quieres dejar de ver.
Besos que te niegas a dar o besos que no puedes parar de dar. Ver un arcoíris o
ver un cielo grisáceo. Reír o llorar. Un pasado triste o un pasado feliz.
Escuchar un “hola” o escuchar un “adiós”. Imaginar la meta o llegar a la meta. Decir la verdad o mentir. El primer abrazo o el último abrazo. Luchar por lo que quieres o quedarte sentado. Pronunciar un “te quiero” y escuchar un “yo también te quiero”
o pronunciar un “te quiero” y escuchar un silencio. Personas con mentes
cerradas o personas con mentes abiertas. Puede ser el comienzo de algo o puede
ser el final. Siempre sucederá una cosa y otra, quieras o no. Las opciones
serán diferentes según el camino que elijas. La vida te da la oportunidad de
elegir la opción que te gustaría tomar pero no eres consciente de ello, así que ésta no espera y elige por sí misma una solución inesperada. Cada día, cada
tarde y cada noche es una caja de sorpresas. No puedes controlar las cosas
aunque te empeñes en ello. Puedes vivir en tu sueño o vivir tu realidad.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Todo comienza con un "ojalá".
Sueñas
o mantienes esa pequeña esperanza con un "ojalá". Objetos,
sentimientos o personas que pasan por tu cabeza o corazón. Ideas de futuro que
desearías alcanzar, pero todo termina con un suspiro acompañado de ese típico
"ojalá". Una simple palabra que contiene deseos, sueños y esperanzas
que esperan ser cumplidas pero, sin embargo, ves la meta demasiado lejos o
imposible de conseguir. Nada es imposible si lo intentas. Si realmente quieres
algo, tienes que ir a por ello, evitando los "pero" o los "¿y
si...?" que se interpondrán, sin dudar, en tu camino, haciendo que te
pares en seco y sólo mires el lado negativo de tu objetivo. Es cierto que todas
las decisiones tienen partes positivas o negativas y hay que reflexionar sobre
cada una de ellas pero, si te pasas todo el tiempo estudiándolas de cerca para
no cometer fallos, nunca avanzarás. La vida es experta en enseñarte a base de
errores, los cuales hacen que aprendas la lección e intentes cambiarla. Aunque
tú te pares, tu alrededor seguirá moviéndose. No te quedes mirando por la
ventana, sal ahí fuera y actúa. Porque llegará el día en el que cruces la meta y digas "por
fin".
miércoles, 13 de noviembre de 2013
El cielo es el protagonista.
Te sientes tan pequeño
cuando miras al cielo infinito, repleto de estrellas que iluminan nuestra noche
más oscura. Hay alguna que otra que intenta destacar, brillando más fuerte que
ninguna, sintiéndose la más popular entre las demás. La luna, girándose poco a
poco para dedicarte, cuando la mires, una bella y permanente sonrisa durante
toda la noche. Es el centro de muchas películas, canciones y fotografías que la contemplan y describen, mostrando su belleza. Siempre te brinda su más hermoso resplandor y, aunque las nubes intenten
apagarlo, nunca desaparece. Quién no se ha perdido en la infinidad de tan
bonitos paisajes. A veces, miras allá arriba pensando en las personas que se marcharon
de tu lado para mudarse a otro mundo mejor. Éstas bajan aquí, convertidas en gotas
de lluvia inesperadas, que acarician tu rostro y te hacen mirar hacia arriba o en ligeras
brisas que hacen que te abroches un botón más de tu abrigo. El cielo es el
protagonista de cada uno de tus días. Nosotros le regalamos a él, y a las
personas que lo acompañan, globos que suben y suben, intentado tocarlo. No hay
nada más bonito que ver un globo flotando en el aire, dirigiéndose hacia donde el viento le lleve, sin planear el camino, y, hagas lo que hagas, siempre te pararás y lo observarás,
llamándote la atención algo tan simple pero que puede tener muchos significados como, por ejemplo, que a un niño se le haya escapado de sus pequeñas manos y llore porque se haya ido sin avisar, que alguien lo haya echado a volar, en señal de un familiar
fallecido, como recuerdo, o que unos solitarios globos de colores iluminen
nuestro día grisáceo y nos hagan sonreír ante la tristeza. Tengo envidia de los
pájaros, tan libres, rozando el cielo, observándonos desde allá arriba, contemplando
cada movimiento del mundo, viajando. Hasta el pájaro más diminuto se siente
gigante cuando vuela.
Deberíamos aprender a sentirnos como ese globo, ese pájaro o esa primera gota de lluvia. Vivimos tan estresados, corriendo de un lado para otro, que no nos damos cuenta de todos estos pequeños detalles que se nos regalan cada día y, por ello, nos hacemos creer que todos los días son iguales, teniendo una rutina que hay que seguir pero, si nos salimos de nuestros propios esquemas y aprendemos a observar, tendremos una visión de la vida mucho más bonita y diferente.
Deberíamos aprender a sentirnos como ese globo, ese pájaro o esa primera gota de lluvia. Vivimos tan estresados, corriendo de un lado para otro, que no nos damos cuenta de todos estos pequeños detalles que se nos regalan cada día y, por ello, nos hacemos creer que todos los días son iguales, teniendo una rutina que hay que seguir pero, si nos salimos de nuestros propios esquemas y aprendemos a observar, tendremos una visión de la vida mucho más bonita y diferente.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Los últimos "te quiero".
Son las cinco de
la mañana. No puedo dormir. Miro el reloj deseando que pasen las horas
rápidamente para ver a mi hija. Cuánto la echo de menos. Se tuvo que ir del
país para trabajar. Hace año y medio que no la veo. Me ha estado enviando
cartas escritas por ella, una tradición entre nosotras. Nada de móviles, nada
de ordenadores, cartas. Más de doscientas tengo. Cada una que recibía la leía,
releía y volvía a releer. Olía siempre el perfume que dejaba en el papel. Su perfume.
He estado hablando con ella todo lo que hemos podido, menos del tiempo que
deseaba pero, con escuchar su voz alegre y saber que estaba bien, me era más
que suficiente. Una madre no pide más para su hija. Su vuelo llega a las ocho
de la mañana. Estaré allí la primera. Estoy bastante nerviosa, eufórica,
emocionada. Decido levantarme y prepararme el café, no puedo estar más rato en
la cama. Pongo la mesa y preparo, para ella, un zumo de naranja, dulces y tostadas
de tomate y aceite. Me dijo que echaba mucho de menos mi comida. Pobrecita. También
le compré unas ropas que seguro que le encantarán. Son muy modernas y
abrigaditas. Con el tiempo que hace, son necesarias. Le gusta ir a la moda. Siempre
me ha estado aconsejando por teléfono dónde comprar, las nuevas tendencias y
qué ropas ponerme para cada ocasión. Ya son las siete, me voy vistiendo y
poniendo guapa para verla. No me puedo creer que por fin haya llegado el día.
De pronto, suena el timbre de la casa. Espero no perder mucho tiempo sea quien sea,
tengo que llegar antes de la hora al aeropuerto. Abro la puerta y no hay nadie.
Qué raro. La cierro y voy a mi habitación para terminar de arreglarme. Al rato
vuelve a sonar el timbre. La abro rápidamente, para pillar al graciosillo, y
allí la veo, delante de mí. Mi niña. Al principio no reacciono. ¡Es ella! Ya
está aquí. Nos fundimos en un gran abrazo lleno de lágrimas. Su vuelo se ha
adelantado. Cómo ha crecido, madurado, cambiado. Está guapísima. Desayunamos
juntas, charlamos sobre montones de cosas, nos contamos todas las novedades.
Después, vemos nuestra película preferida, tumbadas en el sofá y comiendo
palomitas. El tiempo siguiente lo hemos pasado fuera, en la ciudad. Qué bonito y
diferente se ve todo cuando tienes a un ser querido a tu lado pero, cuanto más
lento quieres que vaya el tiempo, más rápido pasa. Ya es de noche, hemos cenado
y vuelto a casa. Ha sido un día agotador, lleno de energía, emociones,
recuerdos. Reviviendo el añorado pasado. Ella quería dormir conmigo, así que
nos dormimos y le abrazo bien fuerte, protegiéndola del mundo, como cuando era
pequeña. La parte triste de mi historia llega en unas cuantas horas. Tiene que estar
en el aeropuerto a las siete y media. Sólo ha podido quedarse un día. Se tiene
que ir. Tristemente, tiene que volver. La levanto a las seis y media, le peino
con cuidado aquel cabello largo y ondulado y terminamos de preparar juntas las
maletas. Cada minuto que pasa es una espina más en el corazón. Un minuto menos
a su lado. Llegamos al aeropuerto a las siete. Sacamos el billete y esperamos
en los asientos. No hablamos, sólo nos abrazamos una y mil veces más. Las siete
y media. Llegaron las lágrimas, los abrazos ahogadores. La veo alejarse de mí.
Mi pequeña y dulce hija. Aunque me lo prometí, para no hacerla sufrir, no puedo
dejar de llorar.
Eso es lo que
están consiguiendo, que cada vez más padres vean marcharse a sus hijos fuera para ganarse la vida, que lleguen los últimos “te quiero”. Porque es así y no
hay nada más doloroso.Sentimientos distanciados.
Observo aquella
fotografía que nos hicimos el primer día que lo conocí. Dos felices e inocentes
jóvenes sonriéndole a una cámara. Ninguno de los dos, reflejados en aquella
imagen, imaginábamos cómo estaríamos ahora, juntos. Desde el primer segundo que
le vi no lo imaginaba, lo soñaba. Es de otra ciudad pero, una espléndida tarde,
vino con sus padres a visitar a los míos, los cuáles son amigos desde pequeños.
En esa noche, algo cambió, saltó una chispa invisible entre nosotros, pero
ambos la sentimos. Pasaban los días y deseaba estar a su lado, poder abrazarlo
a cada minuto, darle besos infinitos, cantarle al oído mis mejores canciones,
compuestas sólo para él. Porque es único. Creí que mi amor no sería correspondido,
un chico tan especial y maravilloso con una chica como yo, sencilla y común.
Aunque, después de hablar por ordenador, teléfono o vídeo llamadas durante
semanas, una noche nos conseguimos ver y tuvimos nuestro primer beso. El problema
era y es la distancia. Nos queremos a pesar de ésta pero, aún así, nos complica
el camino. Además, y por si fuera poco, un día que su familia y la mía quedaron
para verse, comenzaron a hablar sobre las relaciones a distancia, cotilleando
sobre la hija de uno de sus amigos. Empezaron a reírse y estaban en contra.
Decían que mantener el amor, habiendo tantos kilómetros de por medio, era
imposible. Que todo serían problemas para los dos y para ellos, los padres. No
lo aceptaban. Él y yo nos mirábamos en silencio, no sabíamos qué hacer.
Decidimos mantener lo nuestro en secreto. Llevamos juntos un año, a pesar de
todos los obstáculos que se nos han presentado, porque nuestro amor lo supera
todo. En este año, ha estado viniendo en coche a mi ciudad, sin que mis padres
ni los suyos lo supieran. Sólo nos podemos ver unas cuantas horas en el día,
una vez a la semana, y después tiene que irse para que nadie sospeche nada. Cada
segundo a su lado es mágico, guardándolo en mi corazón; cantarle, ser abrazada,
sentirme protegida, besarnos, oler su aroma en mi ropa. Aunque sea poco tiempo no
importa, porque unas horas a su lado valen más que todo el oro del mundo.
Hay personas que
tienen una mente cerrada. Deberían dejar que las demás vivan la vida a su
manera, no oponerse a sus decisiones, al amor. Son sus errores, sus aciertos.
Son sus vidas y ellas eligen.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)