domingo, 20 de diciembre de 2020

Mi alma.

Mi querido amor:

Te escribo esta carta antes de que el paso del tiempo, junto a esta maldita enfermedad, se lleven mis palabras. Agradezco cada momento de lucidez que me permite verte junto a mí, sonriéndome y dándome un beso en la mano. El color blanco se ha adueñado de nuestros cabellos, las arrugas se han apropiado de nuestra piel, pero ¡qué maravilla! En cada una de ellas hay un segundo más a tu lado. Tantos recuerdos que deberían no ser olvidados, tanta felicidad que me has aportado en cada uno de nuestros días, tanta vida. Bendita paciencia que te hace no dejarme atrás, podría ser mucho más fácil pero tú siempre me dijiste que “conmigo hasta el final”. No merezco un amor tan verdadero y valiente contra toda adversidad pero, aun así, gracias mi amor. Adoro los ratitos en los que, cuando te reconozco, lloramos de la risa reviviendo los mejores momentos, mi inocencia y torpeza que tanto te enamoraron y reavivando esta relación que atraviesa murallas. No sabes cuánto disfruto de cada nota musical que bailamos unidos, siempre lento, escuchando el ritmo de tu corazón y sincronizándolo con el mío. Te juro que jamás he sentido una melodía tan hermosa.

Tengo que confesar que cuando estábamos en la sala del médico, cogidos de la mano, pronunciaron la palabra Alzheimer y cerré los ojos pensando “de acuerdo, esto es lo que hay, ven cuando tengas que venir pero, por favor, déjame disfrutar de él un poquito más, sólo un poquito”. Por suerte, la enfermedad no vino de golpe sino paulatinamente y eso me hizo la mujer más feliz del mundo, aunque suene irónico, ya que cada vez que te contemplo y sé quién eres, son mil años más de vida.

Y es que esta carta no es de despedida, es de agradecimiento infinito por todo lo que has hecho, haces y sé que harás por mí. “Somos el conjunto de El diario de Noa y de todas las películas de amor que han existido”, me decías risueño. Sin embargo, no te das cuenta de que tú y yo hemos creado nuestra propia película, inédita y maravillosa. No hemos dejado espacio para lágrimas ni huido de lo inevitable, hemos sido indestructibles.

Quiero que sepas que llegará un momento en el que esté tumbada en la cama sin poder mover ni un músculo, que no hablaré, que no reaccionaré ante tus historias graciosas, simplemente te observaré. No te rindas por favor. Cuando todo parezca perdido en tierras del olvido, yo te recordaré aunque mi memoria no me lo permita. ¿Sabes cuál es mi secreto? Mi alma estará contigo hasta el final.

 Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario