jueves, 28 de diciembre de 2017

"¿Por qué no?"

La banda sonora de Amélie inundaba su habitación, se preparó el café y un crujiente croissant. Su mente no dejaba de viajar hasta aquel acogedor lugar de Francia, donde se sintió como ella durante una inolvidable semana.
Fue un viaje que le marcó por vivirlo con total intensidad, aprovechando cada instante y oportunidad. Tal vez la razón por la que tenía siempre la cabeza y el corazón allí, tuviera que ver con un chico peculiar, de esos que sólo se encuentran en la película de Amélie. Todo fueron pequeñas casualidades que les hicieron encontrarse en aquel lugar, hora e instante, detalles y sonrisas permanentes y quizás algún que otro beso. Sin embargo el billete de vuelta de avión le pesaba demasiado en su bolsillo, cada vez más se acercaba el día de la despedida, haciéndole despertar y volver a la realidad. Desde entonces se enamoró de Francia y del trocito de corazón que dejó por sus rincones, esperando poder recuperarlo en algún momento.
Tras tomarse su desayuno se levantó del sillón y se dirigió hacia el calendario. Se asomaba ya el 31 de la última página de este, el cual siempre creyó que sería interminable. Se mantuvo en sus pensamientos hasta que escuchó caer algo al suelo. Su gata, que deambulaba por la mesa, tiró las llaves y un par de papeles. Cansada de hacer siempre lo mismo, fue a recogerlos sin prestar atención al contenido y bajó a la gata. Como decía una frase de esta película: “Cuando un dedo apunta al cielo, el tonto mira el dedo”. Tras dar un par de pasos su mente reaccionó y volvió atrás, eran los billetes para volar a Francia que mantenía como recuerdo. Miles de pensamientos le pasaron en un segundo. Miró el calendario, los papeles y a su gata. Esta maulló, como si le hubiese leído la mente, en señal de aprobación y sonrió como nunca. Pensó: “¿Por qué no? Al fin y al cabo, puede que no sean tiempos difíciles para los soñadores".

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