martes, 10 de diciembre de 2013

La fuerza de los sueños.

 Tal vez, tu mayor temor no sea recordar y encerrarte siempre en los malos momentos vividos, sino olvidar todos y cada uno de ellos. No saber quién eres, no recordar a tu familia, amigos o tu propio nombre. Tuve una situación parecida. Cuando estábamos con ella, era inevitable no sufrir. Ver cómo se apagaba lentamente, como vela consumida por el tiempo, hasta que un día, el viento sopló una ligera brisa y su fuego se apagó completamente. Por mucho tiempo que pase, el recuerdo de cualquier persona querida será eterno. Aunque no pienses en ella, siempre estará en tu corazón, ayudándote a tomar decisiones difíciles, estando contigo en los momentos más bonitos de tu vida y sintiéndote orgulloso por haberle acompañado hasta el último respiro de su vida. Hoy tuve un sueño inesperado, en el que la volvía a ver, a ella y a su sonrisa, y pude abrazarla. Los sueños son muy caprichosos. Siempre te sorprenden. Hacen que vuelvas a ver a personas que se fueron o se alejaron de ti, hace mucho tiempo. Las vuelves a sentir y a tocar por última vez, hasta que tu mente, cuando estés dormido, te vuelva a regalar otro momento parecido, en forma de película. Cuando despiertas, te quedas pensativo, e intentas buscarle un por qué o una explicación, pero los sueños, sueños son. A veces, desearías vivir en ellos o en tu imaginación y así poder escapar de la realidad, para vivir en un mundo donde todo sería perfecto. Otras veces, te gustaría despertar lo más rápido posible y sólo te basta con abrir los ojos, a veces húmedos, para volver a la realidad y decir “sólo ha sido un mal sueño”. Todo tiene la importancia y la fuerza que tú quieras darle. 

                                                     


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