viernes, 3 de enero de 2014

Capítulo 8: Llega la oscuridad y el frío.

Volvamos a la parte en la que me despedí de Bruno.

 Salí por la puerta, sumida en mis pensamientos cuando, de pronto, el frío me congeló la cara. Era invierno. La gente llevaba bufandas, guantes y gorros, iban bien abrigados. Yo sólo llevaba puesto un chaquetón con gorro, por suerte, y unas botas medio altas. El frío traspasaba mi ropa, queriendo hacerme temblar, pero no lo conseguía. Al menos lo que nos ponían en aquel orfanato era de buena calidad.

 Esa era la primera noche que me quedaba en la calle a dormir. ¿A dónde iba? En los parques hacía demasiado frío. Tendría que ser en algún lugar más o menos cerrado, estrecho o algo por el estilo. Iba andando por la calle. Cada vez me iba alejando más de aquella panadería tan peculiar. Observé a mi alrededor, buscando un lugar donde pasar la noche. Estaba cansada, habían sido demasiadas emociones en aquel día. En un contenedor de reciclaje de cartones, sobresalía uno más o menos grande. Me acerqué y lo saqué. Sí, suficientemente grande como para acurrucarme y no tocar el suelo tan frío. A continuación, busqué el lugar. Caminando, vi un callejón a mi izquierda. Me adentré y, con un poco de miedo ya que la oscuridad empezaba a invadirlo todo, observé que no hubiera ninguna otra persona allí, para poder dormir tranquila, dentro de lo que cabía. Tras unos tensos minutos, me di cuenta de que no había nadie, así que puse el cartón en el suelo. Me senté y me apoyé en la pared. De pronto, escuché unas voces al fondo del callejón. ¿Personas? ¡Pero si no había nadie! Me escondí detrás de un cubo de basura, intentando averiguar lo que pasaba. Sí, son personas. Escuché que estaban saliendo por la puerta de un edificio. Había dos voces, una de hombre y la otra de mujer. El sonido de las ruedas de unas maletas, rompieron el silencio de la noche. Charlaban y reían, parecían felices. Escuché que bajaban una persiana demasiado ruidosa, pesada, y echaron un candado. Cuando estas dos personas se marcharon y el silencio volvió a invadir el callejón, me senté otra vez en el cartón, mirando en dirección hacia aquel lugar. Eso no podía ser un edificio. Una puerta excesivamente ruidosa para una casa. ¿Podría ser una cochera? ¿Un almacén, tal vez? Quizá. Poco a poco y sin darme cuenta, mis párpados se fueron cerrando y me quedé completamente dormida.

 

4 comentarios:

  1. Hola Alba,

    la verdad es que no se como llegué hasta tu blog, fue por sorpresa que me tropecé con estos magníficos escritos. Cuando vi la historia por capitulos que estabas escribiendo pensé en leerla en algún momento, pero no me imaginé que ese momento sería ahora mismo, ni que me leería los ocho capitulos continuos debido a una fuerte atracción que provocaron tus palabras. Me gusta, sinceramente te felicito y espero que sigas escribiendo como vienes haciéndolo hasta ahora. Yo estaré esperando por nuevos capítulos. Muchas gracias por compartir tus palabras, Alba.

    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Hola Facundo,
    no sabes cuánto me ha alegrado tu comentario, de verdad. Es muy gratificante hacer algo que te gusta y que, a la vez, la gente también pueda acompañarte en esa aventura, apoyándote y dándote ánimos para seguir. Es un honor que hayas llegado hasta mi blog y te hayan gustado tanto los capítulos, queriendo siempre ser leídos y, si los aprecian tanto, mejor. Mis más sinceros agradecimientos.

    ¡Otro saludo para ti!

    ResponderEliminar
  3. Bueno Alba, esta niña ha despertado mi curiosidad, hasta cuando va a soportar si recien empieza esta aventura. Me pregunto en busca de que esta,de afectos? de sus padres? bueno seguramente pronto lo sabre.

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola este! Bueno, esta niña con su curiosidad, valentía y coraje llegará muy lejos, nadie sabe hacia dónde ni qué busca. Lo descubriremos todos a la vez.

    ResponderEliminar