viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 22: Un momento de felicidad.

 Hugo y yo llegamos, entre risas, al parque y nos sentamos en un banco. Esperaba que sacara la guitarra de su funda para empezar a tocar, pero no lo hizo. Vi que buscaba a alguien con la mirada.
    -¿A quién estamos esperando? –Pregunté curiosa.
    -A una chica que te caerá genial. Se llama Liliana, pero le llamamos Lili. Te informo un poco, mientras la esperamos: Sus padres y ella eran de Italia, pero se mudaron a este pueblo. Hace dos años y medio, nos hicimos amigos de ellos en un bar, ya sabes cómo son de charlatanes mis padres. –Me dijo, entre risas-. Su padre Francesco, Fran, encontró un buen trabajo en una escuela, cerca de donde trabaja Emma. Paola, la madre, trabaja por las tardes en un gimnasio y, por las mañanas, nos da clases a Lili, a su hermano Matteo, Mat, de diez años, y a mí. Ella y yo tenemos la misma edad, once, y, en lugar de ir a un colegio, vamos a su casa a aprender lo mismo que todos los demás. Mis padres y ellos se pusieron de acuerdo en proporcionarnos una educación privada, más personal y cercana. Con tan buenos trabajos que tienen, son ricos, como habrás podido adivinar.

 ¿Gente nueva? ¡Eso era fantástico! Estaba deseando hacer nuevos amigos, aunque yo fuera la más pequeña de los cuatro. Hugo vio que a lo lejos llegaba Lili. Vi un brillo especial en sus ojos, observándola venir, y una sonrisa tonta.
    -Hugo, ¡que se te cae la baba! –Le dije, riéndome.
    -¿Qué? Ah, no… No digas tonterías. –Me respondió, poniéndose nervioso y dándome un pequeño empujón con la mano-. Esto… Te iba a decir algo. ¡Ah, ya me acuerdo! ¿Quieres venirte con nosotros? Puedes ir y hacer una clase de prueba, para ver si estás a gusto y para aprender divirtiéndote. Paola es una profesora estupenda, paciente y comprensiva. Estoy seguro que, tanto mis padres como ella, estarán encantados, de veras.
    -Si tú dices que a tus padres y a ella no les importará, voy. Caray, cada día que paso contigo, me invitas a un sitio nuevo. Te lo agradezco mucho. Bueno, ya me callo, que viene “Lili”. –Puse, en su nombre, un tono de complicidad, mirándole y dándole, disimuladamente, con el codo.
    -¡Hola! –Saludamos él y yo a la vez, sonriendo. Eso de hablar al unísono se estaba convirtiendo en una costumbre muy graciosa.
    -¡Ciao! Ups, quiero decir, ¡hola! A veces, hablo italiano sin darme cuenta.
 ¡Lili era guapísima! Tenía un pelo largo y negro, una sonrisa preciosa y unos ojos azules que, seguramente, cautivaban a Hugo.  
    -Soy Nathalie, la amiga de Hugo. ¡Encantada! –Me presenté, antes de que lo hiciera él por mí. Lili me dio dos besos y un abrazo.
    -Piacere conocerte. –Respondió ella. Se le veía extrovertida, simpática y graciosa.

 Caminamos los tres hasta la casa de Lili. Por el camino fuimos charlando animadamente.  
    -Lili habla italiano y español en la misma frase. Es encantadora. –Me susurró Hugo, aunque ella lo había escuchado y le sonrió, por lo que él se puso nervioso y tropezó con una pequeña piedra. Le sostuve, para que no se cayera, y nosotras nos reímos.
    -Nathalie, vienes alla mia casa con nosotros, ¿verdad? Es fantástico. Sé que tú y yo seremos muy buenas amigas. –Me dio otro fuerte abrazo.


¿Cuánto durarían estos momentos de felicidad? Deseaba que duraran eternamente. 

4 comentarios:

  1. Hola voy a empezar a leer la historia!!
    Te sigo y te iré comentando.
    Un saludo y buen día :D

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    1. ¡Hola Charlie! No sabes lo contenta que me pone que me digan eso. Eres un lector más pero esencial para avanzar en la historia, con comentarios, ideas y opiniones.
      ¡Esperare tus comentarios!
      Un saludo, igualmente :D

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  2. Excelente. Un saludo desde Colombia. Sigue escribiendo :-)

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    1. ¡Muchísimas gracias! Un saludo desde España. Lo haré :D

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