sábado, 5 de octubre de 2013

La música está en cualquier parte.

 Una delicada melodía sonaba dentro de mí. Sólo yo podía escuchar aquel ritmo, perfectamente estudiado, para crearnos mil sensaciones diferentes. La música siempre está presente en todos los momentos de tu vida, aunque no seas consciente de ello. Está contigo cuando quieres estar sólo o acompañado. Está contigo cuando estás triste, regalándole a tus oídos las canciones más hermosas del mundo. Está y estará contigo siempre que la necesites. Si vas en un bus, sabes al instante quién va escuchando música y quién no. Lo sabes por pequeños detalles como, por ejemplo, un suave movimiento de cabeza, del pie, una sonrisa, por los recuerdos que le trae aquella vieja canción, o porque lleve auriculares. No hay nada mejor que aislarse del mundo por un momento y que tu única compañera sea la música, invitándote a disfrutar y a bailar con ella y, de vez en cuando, te sorprende con alguna canción que tenías olvidada, devolviéndole a tu memoria el momento vivido con aquella canción. Tienes la suerte de poder disfrutarla en conciertos, en la radio, los afortunados, a través de sus bonitas voces o en la calle. Gente que no tiene en su vida más que un instrumento creando, en aquel triste lugar, una dulce melodía, dedicada a esos espectadores pasajeros que andan apresurados, poniéndoles unos minutos de color a sus vidas, hasta que se alejan y ya no escuchan tan bellos sonidos, tocados cuidadosamente con sus dedos. Porque, realmente, un mundo sin música, no es un mundo completo.


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