domingo, 6 de octubre de 2013

Olvida tus miedos.

 Todas las personas tenemos miedo a algo. Los niños pequeños tienen miedo a los monstruos que hay en el armario, debajo de su cama, a que el Coco les coma por la noche si no se duermen, o a acostarse tarde el día de reyes, que no les traigan regalos y encontrarse carbón por la mañana. Los adolescentes tienen miedo a los constantes cambios que se producen en su camino, al amor o al futuro. Los adultos tienen miedo a no tener suficiente dinero para cuidar a su familia, a las facturas, a quedarse sin trabajo y a miles, y duras, responsabilidades. Los ancianos o abuelos tienen miedo por si no han vivido la vida que tenían pensada, a echar la vista atrás y no haber cumplido su lista de objetivos, a no ver crecer a sus nietos, a quedarse solos o a abandonar este mundo el día menos esperado.  Incluso las personas que parecen ser las más fuertes exteriormente, las que nada ni nadie pueden con ellas, son también las más débiles. Crean su propio escudo contra este mundo que es, a la misma vez, nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo, porque hace que todo parezca de lo más fácil y maravilloso, pero luego nos ataca por la espalda. A pesar de todo esto, es mejor olvidar tus miedos y dejar de pensar en “¿y si lo hago que pasará? ¿Qué pensará? ¿Qué dirá? ¿Y si...?” Es mejor arrepentirse de lo que se hace que de lo que no se hizo, porque si no nunca sabrás qué hubiera ocurrido.  

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