jueves, 3 de octubre de 2013

Las arrugas más bellas del mundo.

 Quiero dedicarles unas pequeñas palabras a las personas más grandes del mundo, los abuelos. Podría escribir un texto infinito sobre ellos, porque se merecen muchísimo. Son esas personas que siempre han estado contigo durante toda tu infancia, tanto en los buenos como en los malos momentos y, en estos últimos, era cuando más te apoyaban, estando a tu lado siempre, cuidándote. Tenían sus pequeños detalles como, por ejemplo, darte dinero a escondidas, decirte que no había nadie más bello que tú, llamarte con el nombre de todos los miembros de tu familia, menos el tuyo, darte sonoros besos en las mejillas y que todo lo que escribías o dibujabas era precioso (aunque fuera un garabato). Ellos hacían que las arrugas fueran la cosa más bella del mundo y, tras ellas, mil historias vividas y contadas a sus queridos nietos, haciéndote ver que nada ni nadie podría superarlos ni derrotarlos, pero la realidad era distinta. Hablo en pasado porque, por desgracia, ya no me quedan abuelos en este mundo que nos da mucho y, a la vez, nos quita. Por eso, a los afortunados que aún conserven a esas personas ejemplares, cuídenlas como lo han hecho con nosotros, durante su larga y dura vida.


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