miércoles, 15 de enero de 2014

Capítulo 12: Buscando una canción perdida.

 ¡Qué gran diferencia había entre aquel cartón y ese colchón! Poco a poco iría cogiendo objetos útiles y formaría una casita en la callejuela. Ya se me acabó la comida que había comprado en el supermercado. Tenía que ir otra vez, pero era domingo. ¿Estarían las tiendas abiertas? Empecé a andar por los alrededores. Efectivamente, las tiendas y supermercados estaban cerrados. Podría ir a la panadería de Bruno, si tenía suerte, quizás estuviera abierta. Seguí mi camino. El día estaba nublado, no me gustaba. Se veía todo de color gris apagado, me entristecía. Cuando pasé por al lado del parque, miré de reojo el lugar donde se encontraba Hugo aquel día, pero esta vez tampoco estaba. Mis esperanzas de volver a verlo iban disminuyendo cada día. Crucé un semáforo, anduve por una calle, giré a la derecha y esperé en otro cruce. De pronto, mis oídos oyeron, a través del ruido de los coches, aquella canción que escuché una semana antes. ¿Sería él? Me emocioné y me dejé guiar por esa melodía a través de las calles. Empecé a acelerar mis pasos. Cada vez la oía más y más cerca. Estaba corriendo, buscando una canción perdida. Giré una esquina y me choqué de bruces contra alguien. Caí al suelo. ¡Qué dolor! Me empecé a mirar las manos y las rodillas, hasta que escuché esa voz conocida.
    -¿Nathalie?
 De pronto, miré a la persona con la que me había chocado.
    -¡Hugo, eres tú! Cuánto tiempo sin verte,  ¿cómo estás? Hace más de una semana que no te veía. ¿Qué tal todo? -Él se empezó a reír porque no paraba de hablar, nerviosa.
   -Lo primero, ¿cómo estás tú? Te has dado un buen porrazo. –Respondió preocupado pero, a la vez, divertido por la situación.
    -Eh… Bien, tengo un pequeño rasguño pero no es nada.
    -¿A dónde ibas tan corriendo?
    -Bueno, estaba…Buscaba… Iba a la panadería de Bruno, un amigo. –No sabía qué decirle, (“escuché tu canción y pensé que te volvería a ver, estaba demasiado emocionada”).
    -¿En serio? La conozco. Yo acabo de terminar de tocar mis canciones y me iba a dirigir ahora mismo hacia allí. Aunque, para tu información, esa panadería está en dirección contraria a la que ibas tú.
    -Ups, qué despiste. –Esperaba estar pareciendo una chica normal y no una chica despistada, que se chocaba con las personas- ¡Vayamos juntos entonces!

 Por el camino fuimos hablando, contándonos un poco de nuestras vidas. Aunque no me gustaba empezar mintiendo, lo hice. Le dije que vivía en una pequeña casa con mi tía, la cual me había mandado a comprar pan. No sabía por qué no me atrevía a contarle la verdad. Tal vez cuando nos conociéramos más y tuviéramos más confianza. Llegamos a la panadería de Bruno que, para mi sorpresa, estaba abierta. ¡El camino se me había hecho cortísimo!

    -¡Vaya, vaya, qué ven mis ojos! Hugo y la encantadora Nathalie. Ya la echaba de menos, señorita.
 ¿Ya se conocían Bruno y Hugo? No me extrañaba mucho, el pueblo no era muy grande. Había pasado el tiempo, pero Bruno seguía tan alegre y vivaz como el día que lo conocí.
    -¡Hola!
    -Hola Bruno, cuánto tiempo. –Respondimos Hugo y yo a la vez.
    -¿Qué te trae por aquí, Nathalie? Quieres una barra de pan, ¿verdad?
    -Sí, por favor.
    -Perfecto. Bueno, ya veo que os conocéis. Me lo imaginaba. Hugo, no sé si meteré la pata pero tengo curiosidad. ¿Le has contado “tu secreto”? -Bruno hizo el gesto de las comillas con los dedos.
    -No.


Me quedé extrañada. ¿Qué secreto escondía Hugo? Esperaba descubrirlo.


4 comentarios:

  1. Hola, acabo de descubrir tu blog, y me ha gustado lo que he leído. Me tomaré tiempo para leer tu novela desde el principio, porque tiene muy buena pinta :)
    Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias, Laura! Encantada de que te haya gustado.Tu blog también está genial, sigue así :D
      ¡Un saludo!

      Eliminar
  2. Hola, acabo de entrar en tu blog por primera vez y me he puesto a leer esta historia tan interesante. He llegado hasta este capítulo de un tirón, y me ha encantado. Si te interesa, quisiera mostrarte algún fallo que me ha parecido ver: ¿Cómo sabe Hugo su nombre, si ella no llegó a decírselo? ¿No se ve ella desastrada y sucia, después de dos meses en la calle? ¿Cómo es que la policía no la ha recogido? ¿Le han durado los diez euros para dos meses?

    Son pequeños detalles, te lo digo porque la historia es muy interesante, y aclarando esos puntos ya rozaría la perfección ;)

    ResponderEliminar
  3. ¡Hola! La verdad es que te agradezco este comentario porque, hasta ahora, no me había dado cuenta de esos pequeños detalles que marcan la diferencia. Lo arreglaré en los siguientes capítulos, para darle más sentido. Muchísimas gracias.

    ResponderEliminar