Me quedé alucinada, procesando toda la
información. Vaya, al parecer no era la única que había tenido una infancia
difícil. Yo no conocí a mis padres, pero él sí y vio cómo lo abandonaron en la
calle. Eso es mil veces más duro.
-Caray, no me lo
esperaba. Al verte tocar con la guitarra pensé que tenías una buena vida con tu
familia. Siempre de más pequeña creía que todas las familias de color eran
músicos, cantaban o tocaban algún
instrumento, como algunas películas que vi, pero la vida misma me está
enseñando que la realidad es mucho más dura de lo que yo pensaba. Es una suerte
que vivas con Bruno. Desde el primer día que lo vi, supe que era especial y
ahora me has demostrado el por qué.
-A mi verdadera
madre no la veo desde aquel día, los echo de menos, pero en muy pocas
ocasiones. Estoy muy contento con Bruno y Emma. Aunque, bueno, creo que
no has oído hablar de ella. Verás, es la madrastra más amable, dulce y cariñosa
que nunca pensé conocer. Ella era de Jesmond, un pueblo de Inglaterra pero, al
conocer a Bruno, lo dejó todo y se mudó con él aquí. Eran muy jóvenes cuando se
trasladaron. Por aquel entonces ella tenía veinticuatro años y él veintiséis.
En cuanto sus miradas se cruzaron, supieron que estaban hechos el uno para el
otro. Se casaron pronto y, veintidós años después, siguen juntos.
-Vaya, su historia
es preciosa. Qué bonito, ¡parece de película!
-Sí, bastante.
Sigue en contacto con sus padres y tíos de Jesmond, pero sólo los ve unas
cuantas veces al año, y nosotros dos viajamos con ella, ¡es divertidísimo!
Trabaja en una escuela de música que está aquí en el pueblo, pero un poco
lejos. Se va desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde y,
cuando llega, nunca está cansada para darme algunas clases de guitarra o
enseñarme canciones nuevas. También me prepara una comida exquisita, como de
concurso. ¡Es una cocinera más que fantástica! Algún día la conocerás y te
invitará a cenar, estoy seguro.
-Con todo lo que me
has contado, estoy deseando conocerla. Por cierto, Hugo, ya que nos estamos
sincerando sobre nuestras vidas, yo tampoco he sido muy sincera. He de
confesarte que, al contarme tu historia, no he sentido lástima por ti, sino que
me he sentido comprendida. Mi vida, hasta ahora, también ha sido un poco
complicada.
Después de esas palabras, le conté el
relato de mi vida. Dejó de tocar, y se sentó a mi lado. Conforme iba hablando,
él se sorprendía, asentía, mirándome fijamente, y me escuchaba. Era la primera
vez que alguien me escuchaba. Le había contado, en resumen, que me fugué, que
no me quedaba dinero y que estaba durmiendo en un callejón.
-Guau, tu vida
también es increíble. ¿Y ahora qué vas a hacer?
-No tengo nada
planeado. No puedo trabajar, porque soy demasiado pequeña, y no me gusta pedir
limosna. De hecho, tú eres el único que conoce mi vida. ¿Qué puedo hacer?
-Querida Nathalie,
yo conocí a Bruno en el momento más difícil de mi vida y, ahora, tú me has
conocido a mí. Puedo ayudarte.
¡¡UNA BUENA HISTORIA!! : )
ResponderEliminar¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!! :D
ResponderEliminar