lunes, 20 de enero de 2014

Capítulo 14: ¿Y ahora qué?

 Me quedé alucinada, procesando toda la información. Vaya, al parecer no era la única que había tenido una infancia difícil. Yo no conocí a mis padres, pero él sí y vio cómo lo abandonaron en la calle. Eso es mil veces más duro.
    -Caray, no me lo esperaba. Al verte tocar con la guitarra pensé que tenías una buena vida con tu familia. Siempre de más pequeña creía que todas las familias de color eran músicos, cantaban o tocaban algún instrumento, como algunas películas que vi, pero la vida misma me está enseñando que la realidad es mucho más dura de lo que yo pensaba. Es una suerte que vivas con Bruno. Desde el primer día que lo vi, supe que era especial y ahora me has demostrado el por qué.
    -A mi verdadera madre no la veo desde aquel día, los echo de menos, pero en muy pocas ocasiones. Estoy muy contento con Bruno y  Emma. Aunque, bueno, creo que no has oído hablar de ella. Verás, es la madrastra más amable, dulce y cariñosa que nunca pensé conocer. Ella era de Jesmond, un pueblo de Inglaterra pero, al conocer a Bruno, lo dejó todo y se mudó con él aquí. Eran muy jóvenes cuando se trasladaron. Por aquel entonces ella tenía veinticuatro años y él veintiséis. En cuanto sus miradas se cruzaron, supieron que estaban hechos el uno para el otro. Se casaron pronto y, veintidós años después, siguen juntos.
    -Vaya, su historia es preciosa. Qué bonito, ¡parece de película!
    -Sí, bastante. Sigue en contacto con sus padres y tíos de Jesmond, pero sólo los ve unas cuantas veces al año, y nosotros dos viajamos con ella, ¡es divertidísimo! Trabaja en una escuela de música que está aquí en el pueblo, pero un poco lejos. Se va desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde y, cuando llega, nunca está cansada para darme algunas clases de guitarra o enseñarme canciones nuevas. También me prepara una comida exquisita, como de concurso. ¡Es una cocinera más que fantástica! Algún día la conocerás y te invitará a cenar, estoy seguro.
    -Con todo lo que me has contado, estoy deseando conocerla. Por cierto, Hugo, ya que nos estamos sincerando sobre nuestras vidas, yo tampoco he sido muy sincera. He de confesarte que, al contarme tu historia, no he sentido lástima por ti, sino que me he sentido comprendida. Mi vida, hasta ahora, también ha sido un poco complicada.

 Después de esas palabras, le conté el relato de mi vida. Dejó de tocar, y se sentó a mi lado. Conforme iba hablando, él se sorprendía, asentía, mirándome fijamente, y me escuchaba. Era la primera vez que alguien me escuchaba. Le había contado, en resumen, que me fugué, que no me quedaba dinero y que estaba durmiendo en un callejón.
    -Guau, tu vida también es increíble. ¿Y ahora qué vas a hacer?
    -No tengo nada planeado. No puedo trabajar, porque soy demasiado pequeña, y no me gusta pedir limosna. De hecho, tú eres el único que conoce mi vida. ¿Qué puedo hacer?
    -Querida Nathalie, yo conocí a Bruno en el momento más difícil de mi vida y, ahora, tú me has conocido a mí. Puedo ayudarte.
   

2 comentarios: