martes, 28 de enero de 2014

Ya no.

 El olor de tu pelo ya no el mismo. Tu sonrisa ya no aparece cuando tus ojos me ven.  Esos ojos verdes que un día me miraron, con el brillo más intenso que jamás imaginé. Tu perfume también ha desaparecido. Esos bailes lentos, en medio de la pista, los ha apagado la luz del lugar. Aquellos besos que nos dimos bajo la luz de la luna, los has olvidado ahora que sale el sol. Las cenas en restaurantes lujosos, se han convertido en cenas en las que me siento sola, cuando estoy contigo. La llama de mi fuego aún está encendida, pero la tuya… La tuya se fue apagando hasta que quedaron cenizas en tu interior.  Ya no me dices “te quiero”, ni con palabras, ni con la mirada, ni con expresiones o gestos. Ya no gritamos cantando nuestra canción preferida, cuando suena en la radio. Ahora gritamos, pero con peleas. Peleas por razones absurdas. Siempre llegas a casa enfadado, de mal humor y lo pagas conmigo, sin yo saber por qué.  No me explicas nada, sólo me gritas. Llevamos seis años juntos y jamás te he visto de esa manera. ¿Te has cansado de mí? ¿Ya no sientes eso que nos unió hace tanto tiempo? Sé que cuando dices que vas a trabajar, vas a ver a otra mujer. Es muy doloroso ver cómo sales de casa para entrar en la suya y vas a verla a ella. Tú crees que no me doy cuenta de nada, pero sí lo hago. Antes de todo esto, no me dejabas salir con mis amigos. Pensé que eras muy protector, pero no me importaba. Más tarde me prohibiste salir con mis amigas y ahora no me dejas salir de casa. Recuerdo un día en el que me enfrenté a ti. No podía dejar que controlaras mi vida o lo poco que me dejaste vivir de ella. En ese momento, te volviste loco y me pegaste en la cara. Estaba asustada, no te reconocía. No quería que me volvieras a pegar, así que me quedaba en casa, como tú me obligabas, mientras salías a beber con esa mujer y tus amigos. Cada día llegas más tarde y más borracho a casa. Incluso, hay noches en las que no apareces y yo, a pesar de todo, no puedo dormir porque estoy preocupada por ti. A veces, cuando algo en la casa no está limpio, no te sirvo la comida como a ti te gusta o no te doy todo el cariño que te apetece en el momento, te vuelves agresivo. Siempre intento razonar las causas de las discusiones, tranquilizándote. Empiezas tú y siempre las acabo yo, pero con un nuevo moratón. Una señal de que aquel maravilloso pasado se quedó atrás, temiendo al cercano futuro. Una señal de que me utilizas y ya no me quieres. Una señal de que eres un maltratador. 

 Te escribo en este papel para que, cuando estés lúcido, te des cuenta de todo lo que he sentido y soportado durante tanto tiempo. He derramado demasiadas lágrimas invisibles por ti. No sé si te importará, afectará o te dará lo mismo algo de todo esto, pero me da igual. Mientras tú estás ahora de fiesta con ella y, seguramente, inventándote otra nueva excusa en la que acabaremos igual que siempre, yo ya no estaré aquí. Necesito respirar y vivir muy lejos de ti. Me voy, ya no puedo más. Ya no me quedan fuerzas. Ya no te quiero. Ya no. 


2 comentarios:

  1. muy bueno, Alba, muy emotivo. has logrado transmitir la angustia de la mujer. saludos

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  2. ¡Muchísimas gracias, Alejandro! Me alegro de haber conseguido transmitirlo. ¡Un saludo!

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