Después de veinticinco minutos,
llegamos a aquel edificio. La fachada era preciosa, ya que estaba pintada con
graffitis de notas musicales enormes, instrumentos, colores y mucha
expresividad. Cuando Hugo y yo bajamos del coche, Bruno se fue directo a la panadería.
-Hugo, ¡es más
bonita de lo que me imaginaba!
-Espera a ver el
interior. –Me dijo con una enorme sonrisa.
Caminamos por los pasillos. ¡Era
gigantesca! Nunca pensé que este pueblo podría poseer algo tan hermoso. Había
cuadros de músicos, frases profundas, imágenes y pinturas. El aire olía a arte.
Giramos a la derecha, pasamos por delante de algunas puertas y nos detuvimos en
una. Llamamos y entramos.
-¡Hola Emma!
–Saludamos ambos al unísono.
-¿Pero a quién
tenemos aquí? Si son mis dos personas favoritas. –Nos dio un enorme beso a cada
uno.
-He traído a
Nathalie para que vea dónde trabajas y toque algún instrumento. ¡A lo mejor
tenemos aquí a otra artista! – Le respondió Hugo, bastante emocionado, al igual
que yo.
-Me parece una idea
buenísima. –Se puso de rodillas y me miró a los ojos-. Querida, mira a tu
alrededor. En esta clase, hay instrumentos de cuerda y, en las otras dos
puertas que hay en este pasillo, están los de viento y los de percusión. Detén
tu mirada en cada uno de ellos y, si el corazón te late más rápido al fijarte
en uno, ese será el tuyo. Mientras que eliges tu futuro instrumento, Hugo y yo
seguiremos con las clases de guitarra. Aún le quedan unas cuantas cosas que
aprender. –Le acarició el pelo, negro y con pequeños rizos. Los dos sonrieron.
Tenía la piel de gallina. Era
todo tan nuevo, que estaba un poco aturdida. En el orfanato, dimos todas las
clases de instrumentos, pero nunca llegué a imaginar que tendría la oportunidad
de tocarlos. Mientras escuchaba a Hugo tocar su guitarra, me dirigí al
fondo de la clase, donde estaban los instrumentos de cuerda y me detuve, quieta
y observando. Después, salí al pasillo y, en la sala de la derecha, estaban los
de viento y, en la siguiente, los de percusión. Recordé que, por la noche, soñé
que tocaba melodiosamente el piano, acompañada de Hugo con su guitarra. Juntos,
nos hicimos famosos en el pueblo. Al despertar y venir aquí, tenía una emoción
especial.
Me había fijado en todos y cada
uno de los instrumentos. Volví, un poco decepcionada, a la sala donde estaban
ellos y entré.
-Emma, ¿qué
significa cuando el corazón no me late más rápido al verlos detenidamente? –Vi
que ella me miraba con una tierna expresión-. Eso es lo que tiene que sentir un
verdadero artista pero, ¿yo no tengo ningún don musical, verdad? Estaba segura
de que sí pero, los latidos de mi corazón, me han asegurado lo contrario.
-No te preocupes,
cielo. Aún es demasiado pronto para saberlo. Yo estoy segura de que tendrás
miles de dones más, por pequeños o grandes que sean. –Me dijo Emma,
tranquilizándome y dándome un abrazo-. Ven, ponte al lado de nosotros y observa
esta pequeña clase que le doy a Hugo. Fíjate en los movimientos de los dedos,
en las cuerdas pero, sobre todo, fíjate en lo que te hace sentir.
La esperanza de hacerme famosa
musicalmente, se había esfumado, pero no por ello estaba triste. La clase que
le había dado, fue fantástica. Realmente, Hugo era maravilloso con la guitarra
y más cuando estaba cerca de Emma. Después de dos horas allí, nos despedimos de
ella. Nos montamos en el bus, charlando y dirigiéndonos al parque del pueblo.
El día acaba de comenzar pero,
al final de este, sucedería algo que nunca había esperado y que nadie se
hubiera podido imaginar.
Yo no la leído entera,algunos de los capítulos de los que pones sólo pero,en cualquier caso es cuestión de cada cual,para algunos puede ser más amena e interesante una parte que otra y viceversa en cualquier caso es una buena iniciativa la que haces con la pregunta;Bravo Alba.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Hay muchos tipos de personas al igual que estilos, pero también me ayudarían a darme cuenta de algunos fallos o mejorar algo para próximos textos. Muchas gracias por leerme. ¡Un saludo!
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