La madre me llenó la bañera con agua
bien calentita. Me dejó una camisa de manga larga, que me llegaba hasta las
rodillas, y unos pantalones que me estaban bien. Me había dicho que al día
siguiente iríamos a comprarme ropa, aunque no me gustaba que se gastasen dinero
en mí. Me metí en la bañera y fui la niña más feliz del mundo. Recordé los
días en los que me estuve lavando en los cuartos de baños de los bares o de los
parkings. Era bastante duro ducharse sólo con el agua de un lavabo, pero al
menos podía asearme. La bañera era otro mundo, me sentía totalmente renovada.
Nunca me había sentido tan a gusto en mi propia piel. Después de quince minutos
en la bañera, me llamó Emma para cenar. Me puse la ropa, me sequé el pelo
rápidamente y bajé al salón. Por los pasillos me fui quedando embobada con el
decorado. Todo estaba perfectamente calculado, colocado y diseñado. Ni en mis
sueños hubiera podido ver una casa así.
Cuando llegué al salón, Hugo estaba terminando de preparar la mesa, mientras Emma y Bruno echaban la comida en los platos. Me dijeron que me sentara, así que lo hice. Cuando todo estaba puesto en la mesa, se sentaron. Hugo se puso a mi lado y ellos dos delante de mí. Habían preparado pescado, con una pinta deliciosa. Cuando lo saboreé, lentamente, una magnífica sensación se produjo dentro de mi paladar. Adoré el pescado. Empezamos a comer mientras los escuchaba charlar, atentamente, sobre cómo había ido el día en la panadería, en la escuela de música, las ganancias y la familia hasta que, de pronto, me preguntaron a mí.
-¿Te gusta el
pescado, cielo? –Me preguntó Emma.
-Es la comida más
deliciosa que jamás he probado. Muchas gracias. Deberías ser cocinera, de
veras. –Ella se rió, contenta por apreciar su comida.
-Qué encantadora
eres. Si no te importa que te pregunte, ¿qué has estado comiendo todo este
tiempo?
Normalmente no me gustaba hablar sobre
mi vida y mi pasado, pero estas personas son tan especiales que no me
importaba.
-Hace dos meses,
tenía ahorrado diez euros. Muy poco a poco fui comprando la comida justa. Para
que me llegara el dinero, hubo muchísimos días en los que no comí. Demasiados.
Pedía vasos de agua en los bares del pueblo, para no gastar más dinero en
botellas de agua. Aunque fue muy duro pasar hambre, nunca me ha gustado pedir
limosna. Sería caer demasiado bajo. Algunos días sólo comía una o dos veces al
día. Por eso, os doy gracias a todos por haberme invitado a cenar y a dormir.
-Admiro,
sinceramente, ese razonamiento tan maduro, Nathalie. Caray, creo que nunca
podré imaginar cómo sería vivir en esa situación tan dura. –Respondió, con
gesto preocupado, Emma.
-Pues con Emma en
casa, nunca te faltará comida. Habrá días en los que le pidas que no te dé más.
–Dijo Bruno, riéndose de una manera muy graciosa.- Ella fue la que me ha hecho
engordar un poco. En mis buenos tiempos, era el chico con el cuerpo más
perfecto de todos y, ahora, estoy bien rellenito, aunque eso no importa.
Siempre agradeceré aquel día en el que la conocí y entró en mi vida. – Me hizo
un guiño, sonriéndole a su mujer y dándole un pequeño beso.
-¿Y nunca te ha buscado
la policía? ¿No llamaron las mujeres del orfanato para buscarte? –Me preguntó
Hugo mirándome, lleno de curiosidad.
-Sí. Cuando pasaron
dos días, la policía ya estaba buscándome por el pueblo. No deseaba volver a
aquel orfanato así que, cada vez que los veía, me escondía lo mejor posible.
Así estuve durante un mes y me dieron por perdida. No sé por qué, pero creo que
pensaron que si no encontraban a una niña pequeña durante tantos días, en aquel
pequeño pueblo, nunca lo harían. Por suerte, dejaron de buscarme y, aunque continué
escondiéndome, estaba un poco más tranquila. –Recordar aquellos momentos, en
los que estaba tan asustada, habían hecho que se me hiciera un nudo en la
garganta y ellos lo notaron.
-Lo siento mucho,
cariño. Dejemos este tema. Como veo que ya hemos terminado todos de cenar,
estos dos hombretones quitarán la mesa mientras yo os preparo las camas para
dormir. –Emma cambió de tema y se lo agradecí.
Todos se levantaron y, aunque no me lo había
pedido, fui a ayudarla a colocar las sábanas y mantas en las camas.
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