Hugo y yo llegamos, entre risas, al
parque y nos sentamos en un banco. Esperaba que sacara la guitarra de su funda
para empezar a tocar, pero no lo hizo. Vi que buscaba a alguien con la mirada.
-¿A quién estamos
esperando? –Pregunté curiosa.
-A una chica que te
caerá genial. Se llama Liliana, pero le llamamos Lili. Te informo un poco,
mientras la esperamos: Sus padres y ella eran de Italia, pero se mudaron a este
pueblo. Hace dos años y medio, nos hicimos amigos de ellos en un bar, ya sabes
cómo son de charlatanes mis padres. –Me dijo, entre risas-. Su padre Francesco,
Fran, encontró un buen trabajo en una escuela, cerca de donde trabaja Emma.
Paola, la madre, trabaja por las tardes en un gimnasio y, por las mañanas, nos
da clases a Lili, a su hermano Matteo, Mat, de diez años, y a mí. Ella y yo
tenemos la misma edad, once, y, en lugar de ir a un colegio, vamos a su casa a
aprender lo mismo que todos los demás. Mis padres y ellos se pusieron de
acuerdo en proporcionarnos una educación privada, más personal y cercana. Con
tan buenos trabajos que tienen, son ricos, como habrás podido adivinar.
¿Gente nueva? ¡Eso era
fantástico! Estaba deseando hacer nuevos amigos, aunque yo fuera la más pequeña
de los cuatro. Hugo vio que a lo lejos llegaba Lili. Vi un brillo especial en
sus ojos, observándola venir, y una sonrisa tonta.
-Hugo, ¡que se te
cae la baba! –Le dije, riéndome.
-¿Qué? Ah, no… No
digas tonterías. –Me respondió, poniéndose nervioso y dándome un pequeño
empujón con la mano-. Esto… Te iba a decir algo. ¡Ah, ya me acuerdo! ¿Quieres
venirte con nosotros? Puedes ir y hacer una clase de prueba, para ver si estás
a gusto y para aprender divirtiéndote. Paola es una profesora estupenda,
paciente y comprensiva. Estoy seguro que, tanto mis padres como ella, estarán
encantados, de veras.
-Si tú dices que a
tus padres y a ella no les importará, voy. Caray, cada día que paso contigo, me
invitas a un sitio nuevo. Te lo agradezco mucho. Bueno, ya me callo, que viene
“Lili”. –Puse, en su nombre, un tono de complicidad, mirándole y dándole,
disimuladamente, con el codo.
-¡Hola! –Saludamos
él y yo a la vez, sonriendo. Eso de hablar al unísono se estaba convirtiendo en
una costumbre muy graciosa.
-¡Ciao! Ups,
quiero decir, ¡hola! A veces, hablo italiano sin darme cuenta.
¡Lili era guapísima! Tenía un
pelo largo y negro, una sonrisa preciosa y unos ojos azules que, seguramente,
cautivaban a Hugo.
-Soy Nathalie, la
amiga de Hugo. ¡Encantada! –Me presenté, antes de que lo hiciera él por mí.
Lili me dio dos besos y un abrazo.
-Piacere conocerte. –Respondió ella. Se le veía
extrovertida, simpática y graciosa.
Caminamos los tres hasta la casa de Lili. Por el camino fuimos charlando animadamente.
-Lili habla
italiano y español en la misma frase. Es encantadora. –Me susurró Hugo, aunque
ella lo había escuchado y le sonrió, por lo que él se puso nervioso y tropezó
con una pequeña piedra. Le sostuve, para que no se cayera, y nosotras nos
reímos.
-Nathalie, vienes alla mia casa con nosotros, ¿verdad? Es
fantástico. Sé que tú y yo seremos muy buenas amigas. –Me dio otro fuerte
abrazo.
¿Cuánto durarían estos momentos de
felicidad? Deseaba que duraran eternamente.
Hola voy a empezar a leer la historia!!
ResponderEliminarTe sigo y te iré comentando.
Un saludo y buen día :D
¡Hola Charlie! No sabes lo contenta que me pone que me digan eso. Eres un lector más pero esencial para avanzar en la historia, con comentarios, ideas y opiniones.
Eliminar¡Esperare tus comentarios!
Un saludo, igualmente :D
Excelente. Un saludo desde Colombia. Sigue escribiendo :-)
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Un saludo desde España. Lo haré :D
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