lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 27: El día de mi décimo cumpleaños.

 Y así fueron pasando los años, junto a ellos. Por mucho que no quisiera molestarles y aunque, al principio, les dije que algún día me iría de su casa, se me hizo imposible. Me dieron tantísimo cariño en tan poco tiempo, que no pude separarme de aquella familia. Mis cumpleaños, y los de ellos, eran increíbles. Los pasábamos junto a la familia de Lili y también invitaban a más gente, ya que Bruno y Emma eran muy conocidos en el pueblo. Las clases de canto me iban estupendamente y aún sigo dándolas. Emma es una profesora magnífica. Me ha enseñado tantas canciones y trucos para avanzar que, tanto mi voz como mi capacidad para cantar, han mejorado muchísimo. Como yo siempre les decía que no cantaba tan bien, Hugo me retó a interpretar algunas canciones con él y su guitarra en el parque. El resultado fue inesperado. Tocamos tres canciones y Hugo recibió más propinas que nunca, por lo que él decidió que repartiríamos el dinero entre los dos y así, con el tiempo, fui ahorrando más dinero del que pensé. En el día de mi décimo cumpleaños, me dijeron que no me habían comprado ningún regalo pero, con todo lo que habían hecho por mí, eso era lo de menos. De pronto, para mi sorpresa, Hugo cogió la guitarra y empezó a tocar una melodía compuesta por él. Emma y Bruno cogieron un papel, cada uno, y comenzaron así:
     -Hugo te encontró y tú encontraste a Hugo. Fue lo mejor que nos pudo haber pasado.  Tu energía y lucha en la vida, bastante nos ha asombrado. En este día, diez años acabas de vivir y, a partir de ahora, las mejores cosas te sucederán a ti. Nosotros te adoramos desde el primer día que te vimos. No seremos pobres ni ricos pero, en esta casa, nunca te faltará amor y cariño. En este momento, con la guitarra sonando, queremos hacerte un trato. Esperamos que tu estancia en esta casa, haya sido de tu agrado. Queremos darte las gracias porque, a tu lado, dos años han volado. Ahora Hugo te hará una pregunta muy importante, que nosotros pensamos desde el primer instante.
 Emma leía hasta un punto y Bruno hasta otro. Aquello era tan simple y bonito, que no pude evitar que mis lágrimas salieran mientras les escuchaba. Ellos dejaron los papeles en la mesa y prosiguió Hugo, subiendo la intensidad de la melodía, a la vez que fue diciendo:
     -Y ahora te pregunto lo que un día me preguntaron a mí. Nathalie, ¿quieres formar parte de la familia Hernández Wells?
 Todos mantuvieron la respiración, pero no me hice de rogar. Al escuchar aquello, no me lo pensé dos veces. Dando un salto de la silla, les dije un alto y claro "sí".

 Tenía una nueva familia. Una importante decisión, junto a las personas más especiales de mi vida y un nuevo DNI, confirmaron tres cosas: que todo aquello era real, que las mejores situaciones sucedían cuando menos me lo esperaba y que, el simple nombre de "Nathalie Hernández Wells", significaba un mundo nuevo para mí.


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