¿Había algo más bonito que tu sonrisa? Puede
que por el paso del tiempo ya no te quedasen tantos dientes como antes pero,
¿qué importaba? Tu sonrisa no era bonita por la cantidad de dientes que tuviera,
sino por la luminosidad que le aportaba a tu rostro. Aún me acuerdo de ella.
Cada vez que me encontraba mal, ese pequeño gesto estaba siempre presente en ti
para que, al mirarte, se reflejara en mí y me olvidara de aquello que me dolía.
Cuando estabas feliz el sol radiaba, los pájaros cantaban y la alegría me
inundaba. Cuando estabas triste o te preocupabas a escondidas, una espinita se
iba clavando en mí, pero hacía lo imposible para alegrarte. No había nada mejor
que los momentos en los que me narrabas tus vivencias, aquellas historias del
pasado que, en aquellos instantes, creía que ocurrieron cientos de años atrás.
Cuando me aburría, me dabas un papel y un bolígrafo para que dibujara. Aunque
aquello no era mi fuerte, tú me felicitabas como si aquel arte fuera un cuadro
de Picasso. Cuando encontrábamos un saltamontes y yo me asustaba, tú lo cogías
cuidadosamente y lo metías en una botella de plástico para observarlo de cerca.
Aunque aún seguía algo asustada, poco a poco me iba aproximando a aquella
botella ya que, si tú la sostenías, estaba a salvo. Tras observarlo
detenidamente y hablarme sobre él, lo soltabas en el lugar más
cómodo posible para que viviera feliz.
Me has hecho sonreír tantas veces en mi vida,
que ya es una característica mía. Tú siempre serás mi inspiración para escribir,
abuela. Puede que todos los textos que te dedico parezcan tristes pero no, al
contrario. Todo lo que te escribo es para agradecerte la cantidad incontable de
cosas que has hecho por mí, en mi infancia y adolescencia. De pequeña, me
enseñaste a ver el lado bueno de las cosas y, pasen los años que pasen, eso
nunca cambiará.
Sin saber por qué,
hoy no puedo dormir. Mientras espero a que me entre el sueño, escribo este
texto para ti. Acabo de darme cuenta de que este insomnio es a causa de tu
pérdida. Sin haber sido consciente, hoy acaba de pasar un año y un mes desde
aquel día en el que tu luz se apagó. Da un poco de miedo lo rápido que pasa
todo. Deberían multar al tiempo por exceso de velocidad.
¿Hay algo más bonito que tu sonrisa? Sí, tu
luz radiante desde el cielo.
Te quiero, abuela. Que descanses.
Un homenaje precioso Alba. Yo también tengo algunas sonrisas en el cielo que espero que me iluminen, como por ejemplo la de mi madre, a la que voy a echar de menos todos los días de mi vida por muchos años que pasen.
ResponderEliminarUn texto que seguro que si tu abuela pudiera leerla, le encantaría :)
Besos!
(me has hecho emocionar)
Muchísimas gracias, Laura. Lo siento mucho, estoy segura de que sus sonrisas te iluminarán tus días más oscuros. Cuando un ser querido tan cercano se marcha de nuestro lado, a pesar del dolor, lo mejor es pensar que allá arriba están viviendo felices, orgullosos por vernos crecer poco a poco.
EliminarMuchas gracias, de veras. Tú también me has hecho emocionar.
¡Un saludo y besos!
Hermoso hasta las lágrimas,gracias!!
ResponderEliminar¡Mil gracias Betty! Espero que esas lágrimas también fueran acompañadas de una pequeña sonrisa. Gracias a ti :)
EliminarSimplemente hermoso!! El amor de los abuelos, es el más puro y lindo que hay!! Me hiciste recordar de muchas cosas, de chico esperaba que llegue el fin de semana para irme a dormir a la casa de ellos, donde me malcriaban a mas no poder!!
ResponderEliminarHoy ya no los tengo ni al caio ni a la caia, como les deciamos con mis hermanos, pero van a vivir en mi por el resto de mis dias!! Gracias por hacermelos recordar!! Me robaste una lagrima y una sonrisa!!!
Muchísimas gracias, Walter. Ese amor sí que es el más sincero de todos. Yo también deseaba que llegaran los viernes para quedarme a dormir con ella en su casa.
EliminarYo tampoco los tengo y te comprendo. De nada, gracias a ti por haberlo leído y sonreído.
¡Un saludo!