El olor de tu pelo ya no el mismo. Tu sonrisa
ya no aparece cuando tus ojos me ven. Esos ojos verdes que un día me miraron, con el
brillo más intenso que jamás imaginé. Tu perfume también ha desaparecido. Esos
bailes lentos, en medio de la pista, los ha apagado la luz del lugar. Aquellos
besos que nos dimos bajo la luz de la luna, los has olvidado ahora que sale el
sol. Las cenas en restaurantes lujosos, se han convertido en cenas en las que
me siento sola, cuando estoy contigo. La llama de mi fuego aún está encendida,
pero la tuya… La tuya se fue apagando hasta que quedaron cenizas en tu interior.
Ya no me dices “te quiero”, ni con
palabras, ni con la mirada, ni con expresiones o gestos. Ya no gritamos cantando
nuestra canción preferida, cuando suena en la radio. Ahora gritamos, pero con
peleas. Peleas por razones absurdas. Siempre llegas a casa enfadado, de mal
humor y lo pagas conmigo, sin yo saber por qué. No me explicas nada, sólo me gritas. Llevamos
seis años juntos y jamás te he visto de esa manera. ¿Te has cansado de mí? ¿Ya
no sientes eso que nos unió hace tanto tiempo? Sé que cuando dices que vas a
trabajar, vas a ver a otra mujer. Es muy doloroso ver cómo sales de casa para
entrar en la suya y vas a verla a ella. Tú crees que no me doy cuenta de nada,
pero sí lo hago. Antes de todo esto, no me dejabas salir con mis amigos. Pensé
que eras muy protector, pero no me importaba. Más tarde me prohibiste salir con
mis amigas y ahora no me dejas salir de casa. Recuerdo un día en el que me
enfrenté a ti. No podía dejar que controlaras mi vida o lo poco que me dejaste
vivir de ella. En ese momento, te volviste loco y me pegaste en la cara. Estaba
asustada, no te reconocía. No quería que me volvieras a pegar, así que me
quedaba en casa, como tú me obligabas, mientras salías a beber con esa mujer y
tus amigos. Cada día llegas más tarde y más borracho a casa. Incluso, hay
noches en las que no apareces y yo, a pesar de todo, no puedo dormir porque
estoy preocupada por ti. A veces, cuando algo en la casa no está limpio, no te
sirvo la comida como a ti te gusta o no te doy todo el cariño que te apetece en
el momento, te vuelves agresivo. Siempre intento razonar las causas de las discusiones,
tranquilizándote. Empiezas tú y siempre las acabo yo, pero con un nuevo
moratón. Una señal de que aquel maravilloso pasado se quedó atrás, temiendo al
cercano futuro. Una señal de que me utilizas y ya no me quieres. Una señal de
que eres un maltratador.
Te escribo en este papel para que, cuando estés lúcido, te des cuenta de todo lo que he sentido y
soportado durante tanto tiempo. He derramado demasiadas lágrimas invisibles por ti. No
sé si te importará, afectará o te dará lo mismo algo de todo esto, pero me
da igual. Mientras tú estás ahora de fiesta con ella y, seguramente, inventándote
otra nueva excusa en la que acabaremos igual que siempre, yo ya no estaré aquí.
Necesito respirar y vivir muy lejos de ti. Me voy, ya no puedo más. Ya no me
quedan fuerzas. Ya no te quiero. Ya no.
muy bueno, Alba, muy emotivo. has logrado transmitir la angustia de la mujer. saludos
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias, Alejandro! Me alegro de haber conseguido transmitirlo. ¡Un saludo!
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