Recuerdo aquellos días de verano que
tantos años pasamos a tu lado. Los añoro tanto...
Siempre nos
protegías, nos abrigabas para que no tuviéramos frío. Nos ponías más comida en
el plato cuando estábamos embobadas mirando la televisión y veíamos que
comíamos, pero el plato seguía igual o un poco más lleno. Cuando nevaba...
Cuando nevaba, era especial. Dormíamos y nos despertabas haciendo el sonido de
los indios con la lengua, nos quejábamos pero, cuando veíamos tan bonito
paisaje, el sueño desaparecía. Te encantaban los días de nieve. Contigo pasamos
la mayoría de nuestra infancia, una infancia en la que no nos faltó de nada,
gracias a ti. Nos diste tu cariño, dulzura, comprensión, tus besos sonoros en
el moflete, de mariposa con los ojos y muchos más que nos enseñaste pero, sobre
todo, nos diste todo el amor que pudiste. Con el tiempo fuiste enfermando, cada
vez estabas peor. Dolía ver cómo mi heroína se iba derrumbando ante mis ojos,
luchando contra una enfermedad. A veces, no te acordabas de tu nombre o de los
de tu familia, pero jamás nos alejamos de tu lado. El dolor de huesos,
el Alzheimer y la edad, fueron pudiendo contigo. En tus últimos días,
estabas tumbada en la cama y yo me senté a tu lado. Aunque no te acordaras
mucho de mí, me cogiste la mano y me sonreíste de la manera más tierna y
preciosa que jamás vi. Las lágrimas se peleaban por salir, pero me mantuve
fuerte, porque no quería que me vieras llorar. Algunos días después, te fuiste.
Te apagaste lentamente, como el fuego de una vela consumida por el tiempo. El
día de tu fallecimiento, fue el único día del año que nevó en la ciudad. El
cielo te hizo un precioso homenaje y llenó de blanco el día más negro de mi
vida.
Cómo me
gustaría volver a abrazarte, decirte lo que me faltara por decir, cogerte de la
mano por última vez, tocar tu suave piel, ver de nuevo esas arrugas tan bonitas
que escondían tantas historias del pasado pero, aún así, tengo la suerte de
volver a verte en mis sueños. Espero que estés bien allá arriba, y que sea
quien sea, te cuide muchísimo, como tú hiciste con nosotras. Cómo añoro
aquellos días de verano pero, sobre todo, cómo te añoro a ti,
abuela. Cuando mire al cielo, como decías, la estrella más brillante serás
tú. Nunca te olvidaré.
Te quiere, tu nieta.
Un homenaje precioso Alba :)
ResponderEliminarBesos!!
Muchísimas gracias, Gloria. Me alegro mucho de que te guste.
Eliminar¡Un beso!
realmente precioso, es la palabra exacta. delicado y muy bien escrito. te conozco de "algo para contar". si no te molesta te agregaré al google+, creo que es positivo tener contacto con escritores/as por poco que sea. también escribo en un blog, la url es http://alejandrovargassanchez.blogspot.com te la dejo aquí por si quieres curiosear. saludos
ResponderEliminarMi más sincero agradecimiento. Unas palabras de motivación muy bonitas. Encantada de conocerte. Por supuesto, me pasaré para curiosear. ¡Un saludo!
ResponderEliminarVaya Alba....me has echo que recordara a mi abuelo, que ya lleva cinco años fallecido. Me has echo llorar por recordar a mi abuelo, verlo mientras fallaba un gol....!Fallaba! y el se reía, pero no de mí, sino de que había fallado el defensa que me había dejado la porteria para mi. Cuando volvía a casa me decía que cuando el falleciera, le pediría al entrenador que me pusiera de delantero, y marcara tres goles. Llego el día, mi familia estaba en el entierro y yo, en el partido de fútbol. Salí al terreno de juego, cinco minutos antes del final, y no marque tres, marque cuatro goles. Y desde entonces, cuando marco un gol, miro al cielo y le digo, "Tu tenías razón y yo no" Y llevo ya, desde los ocho años, un total de cincuenta y nueve goles. Y el se estará riendo, de mí no, pero del portero seguro. Me has echo recordar a mi abuelo, Alba y te estoy agradecido porque deje de confiar en el y al terminar de leerlo, he vuelto a confiar en mi entrenador personal que fue mi abuelo. Muchas gracias Alba y Ánimo.
ResponderEliminarQué bonita historia, Álvaro, también me has emocionado a mí. Me alegro mucho, no de hacerte llorar, sino de haberte hecho sentir tal sentimiento. Los abuelos y padres fueron, son y serán siempre las personas más especiales para nosotros y se merecen todos los homenajes del mundo, sea de la manera que sea y nunca hay que olvidar todos los momentos que hemos pasado con ellos, porque seguro que todos tuvieron algún detalle especial.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Álvaro. ¡Un saludo!
Sin palabras, joder era verdad lo que me contaron. Enhora wena Alba
ResponderEliminar¡Muchisímas gracias, Manolito! Qué sorpresa tu comentario. Me alegro mucho de que te guste. ¡Un saludo!
EliminarAlba qué bonita carta a tu abuela, ella era así y eso que no me dió tiempo a conocerla mucho. Sigue así.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Belinda! Siempre que alguien me comenta es una alegría más, y si veo que además le gusta, más aún. ¡Un abrazo!
EliminarPrecioso como siempre nos dejas sin palabras
ResponderEliminar¡Mil gracias! Yo tengo palabras de sobra en este blog y espero dejarte sin ellas en estos y en los futuros textos. Gracias, un saludo.
EliminarMi pequeña escritora, que bellos y a la vez tristes recuerdos.
ResponderEliminarPero llenos de amor, gratitud y humildad.
Precioso blog. Descubre tu gran corazón.
Te lo dije: Que iba aprender de ti. Saludos.
Mi más sincero agradecimiento, José. Estoy encantada de que te guste mi blog y su contenido, el cuál intenta siempre emocionar a los lectores y llegarles al corazón.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Un saludo.
Hola, felicidades, me ha encantado, y me ha llegado también.
ResponderEliminar¡Hola, mil gracias Ricardo! Me alegro de que te haya hecho sentir lo mismo que a mí. Un saludo.
Eliminarrealmente me encanto creo que todos hemos recordado a algun ser querido con tanto amor como lo describes me encanto ! seguire leyendote !
ResponderEliminarMuchas gracias, Era. Me alegra muchísimo que te haya encantado. Hacer recordar a alguien, con sólo unas palabras, es lo más bonito de todo.
Eliminar¡Gracias por leerme, un saludo!