No sé qué hacer
hoy. Son las seis y media de la tarde y no tengo ningún plan. Me siento en el sofá
y enciendo la tele. Paso los canales, sin detenerme en ninguno. Toda la
información que dan son sobre cosas tristes: terremotos, pobreza, crisis, personas
que se quedan sin casa, paro, llantos.
¿Qué está pasando con nuestro mundo hoy día? Últimamente escasean los programas
donde dan buenas noticias, los que son solidarios, donde te ríes o lloras de la
emoción, por las personas tan humanitarias que existen. Esos son los que realmente
merece la pena ver. Decido apagar la tele. Me quedo pensativa. Se me pasan unas
cuantas ideas por la cabeza. Sonrío. Me levanto de un salto y me dirijo a mi
habitación. Abro el armario y empiezo a sacar ropa que ya no me pongo o que se
ha quedado vieja y las meto en una bolsa grande. Después cojo mis libros
preferidos, los adentro en mi mochila y, por último, cojo un poco de dinero
para tomar algo. Me abrigo. Me pongo un gorrito, una bufanda y salgo de la casa
con un entusiasmo que hace tiempo que no sentía. Tengo varios destinos. Primero
camino hacia la casa de mi mejor amigo. Él lleva la ropa, la que la gente no quiere, tira o no usa, a lugares
de pobreza. Es algo que admiro. Le doy la gran bolsa y me lo agradece de todo
corazón. Salgo y me dirijo hacia la biblioteca. Ese lugar donde me encanta ir.
Repleta de silencio, con un aire lleno de cultura, ganas de leer, saber y aprender.
Allí entrego mis libros favoritos, no porque ya no quiera leerlos más o me
hayan aburrido, al contrario. Quiero donarlos. Quiero que los demás jóvenes o
adultos puedan disfrutar de su lectura y se emocionen tanto como yo lo hice. Me
siento feliz. Ayudar a la gente es algo que me llena muchísimo. Me entra un
poco de hambre y voy hacia una cafetería donde tienen el mejor café que he
probado nunca. Mis pasos son tranquilos, sin prisas, disfrutando de mi
alrededor y respirando hondo. Por el camino me paro y observo a una persona que
canta de una manera espectacular y toca la guitarra. Le echo un par de monedas.
Me mira y sonríe sinceramente. Prosigo mi camino. Sólo me quedan dos monedas,
lo justo para mi café calentito y un dulce. Ya estoy a la vuelta de la esquina
para llegar. ¡Qué frío! Me voy deteniendo lentamente. Observo a un pobre
anciano que está sentado en el suelo. Sólo tiene puesto una camisa rota y un
pantalón. Está acompañado de un perro, el cual está muy delgado. Esa persona no
pide dinero pero tiene algunas monedas a su alrededor. Noto que lleva mucho
tiempo allí, pero no le doy el dinero. Entro en la cafetería y me pido un vaso de
leche grande y un pastel, de esos que te dejan con la barriga llena. Pago,
salgo con estas dos cosas en la mano y me dirijo hacia aquel hombre y su perro.
Le dejo el vaso y el pastel en el suelo, a su lado. Ambos me miran extrañados. “¿Qué está
haciendo esta chica? ¿Estará envenenado como para que me lo dé a mí?” Se
preguntaría. Lo único que le digo es “No se preocupe, cómaselo, es uno de mis
preferidos”. Le sonrío y me voy. Cuando estoy a unos pasos más lejos, me doy la
vuelta y observo que los dos están probando delicadamente aquel alimento que,
para nosotros, es algo normal y a veces no apreciamos su sabor, pero para
él es algo maravilloso. Veo que me mira desde la distancia y, aunque no me diga
nada, me agradece con sus ojos lo que su corazón siente. Le devuelvo mi mejor
sonrisa y sigo mi marcha. Aunque siga teniendo hambre, irradio felicidad. “¿Por
qué?” Os preguntaréis. Es simple. Porque si no nos ayudamos los unos a los
otros, ¿quién más lo hará?
Que bonito ,me ha emocionado y aunque te parezca tonta se me han escapado unas lagrimas .
ResponderEliminarSabes con tu escritura como llegar al corazón.
Un beso .
¿Sí? Claro que no pareces tonta. Me alegro que haga emocionar porque esa también mi intención. Espero que te sigas emocionando con las demás historias que aún están por llegar.
ResponderEliminarUn beso muy grande.
gracias por agregarme y que te gusten mis textos, los tuyos me gustan mucho! un saludo desde Argentina
ResponderEliminar¡Muchas gracias a ti! Los tuyos también me gustan mucho,están muy bien escritos. Wow, gracias, otro saludo desde Granada (Andalucía) :)
ResponderEliminarRealmente es muy lindo lo que escribiste y habla de noble que eres muchas bendiciones para ti eres digna de imitar
ResponderEliminarMi más sincero agradecimiento, Gabriela. Estoy encantada de que te guste tanto la historia. Prefiero que cada uno se imite a sí mismo, para que así seamos únicos y diferentes, pero mil gracias. ¡Un saludo!
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